Poemas de Jade Bueno Morales
Soy un cuerpo con dolor, que no logra dormir, que no logra conciliar el sueño, porque el dolor se esparce por todo mi ser.
No logro estar bien conmigo misma, busco, en los demonios de la noche, respuestas, que no logro entender.
Las cuencas de los ojos vacíos y sin fondo, el sonido de la respiración, lento, casi sin vida.
Él aleteó de las polillas viniendo hacia mí. Tengo que comprar para matar a ese bicho.
Soy un cuerpo con dolor corpóreo, con un látigo, en la espalda, diminutas punzadas, que no resuelven el cuadro, de la dama Frida Kahlo
Cuerpos que yacen muertos, en el asfalto, niños mutilados, por el alambre de las bombas, eso sí que es doloroso.
No huir de cuerpos ardidos.
No huir de la puta realidad.
Nos vemos en el trasfondo de esta oscuridad. Sacadme de este ultra cuerpo doloroso. El corazón es para los montadores de minas. En la tierra van a parar las bolsas blancas de plástico. Millones de muertos injustificados, sin razón alguna. Los edificios que se derrumban, por las bombas, emergen al paisaje devastador.
Los niños que ya ni juegan, solo lloran y el sol, que antes era luminoso, despierta con humo.
Las lágrimas brotan de mis ojos, al ver tanta injusticia. Dios mío, ¿por qué tanta muerte? ¿Por qué no paras esta masacre?
El milagro de la vida ha transcurrido, en ese periodo de destrucción. Recién nacidos, bienvenidos a este mundo miserable.
Mientras tanto, yo seguiré teniendo esta enfermedad, que avanza, buscando las respuestas, en mis pesadillas, tratando de imaginar una vida sin dolor. Mientras tanto, el ser humano es un animal de dos patas, incapaz de esperar a tu muerte, para cobrar la herencia. Destruyendo todo a su paso, sin importar el precio. Destruir por desgracia sale a veces barato; las mujeres en segundas nupcias son tratadas como putas, a pesar de llevar veintitrés años, con esa persona. ¡Incluso habiendo limpiado los mocos de sus hijos, se creen con ese derecho, por ser hijo! ¡Hijo de qué! Si nunca quiso a su padre. ¡Bendice, oh Dios mío, el nombre de mi madre!
Bendice y llénala de fuerza, que los caminos del señor, son angostos y llenos de incertidumbre.
Cae la tarde, vence el atardecer
Mis brazos son de yeso, mis pies de cemento, pero ¿estás hay vida?
Hay estas
Amanecer
y te vuelvo a conocer, cada vez más hermoso, más grande, asomándote al mundo. No hay mayor grandeza para estos pies y ojos fatigados; me alimentaré de ti, hasta poder verte de nuevo. La ciudad se despierta.
Poemas de Jade Bueno Morales