Carta a un lago profundo
Querido lago de agua clara, de piedra caliza, profundo como el océano y caliente como el sol. Tu pelo de musgo sedoso y suave.
Burbujeante niebla en la noche sosegada, oscuridad incierta de noches heladas, son tus jardines suntuosos, cuán verdes y floridos.
Alegres cantares, en los árboles frondosos, se hacen el amor, los pajaritos, entre nido y nido, sus alegres armonías, llegan a mis oídos.
El agua es caliente, sus burbujas emergen, como un mini volcán.
Es absurdo creer que vas a renacer, cuando ya casi estás muerta, muerta de dolor y de rabia.
Algún día se sabrá toda la verdad y la verdad causará asombro y paz al mismo tiempo.
Ese lago profundo de pliegues transparentes, que traspasa las nubes.
Flores, flores blancas y amarillas, en un mantillo, verde azulado, de alegre pestañeo.
Son tus aguas termales tan mansas como la feliz primavera, en un lento espejismo, brillan, brillan las luciérnagas.
Estas hay tan vivo