Todo importa hasta que deja de importar, porque ya has sufrido lo suficiente, ya es tiempo de pensar en ti. Las vasijas se rompen y no puedes hacer nada, solo esperar.
Tengo una caja de recuerdos, almacenados en mi cerebro, todos desordenados, de estos huyó. Quiero olvidarme.
Sin ningún propósito estoy.
La ropa está sin recoger, los lápices, sin punta, guardados, están.
Las lágrimas caen como naipes
afuera hace un frío helado, rezo para que nada me importe y, sin embargo, todo es importante.
Una fina capa de polvo se levantó, en el piso, una hilera de sillas amontonadas irguieron, haciendo un castillo.
Quisiera esconderme, ser invisible, ser nada de entre la nada, como niebla espesa y cálida.
Huir, perderme sin rumbo, a un valle frondoso, huir y gritar como nunca.
La lluvia comenzó a caer
y en el bao de la ventana dibujé una sonrisa falsa. No.
No a esta honda pena que me invade, no a esta nostalgia, que me atormenta, no quiero pensar más, nadie nace enseñado.
Somos prisioneros de nuestro propio destino, calle y ahora mismo, voy sin tino. Cuán grande es el camino, de espinas, cuántos pasos hay que dejar atrás, cuantas huellas en la zanja.
Todo se paraliza, tu bello rostro, se desdibuja y el aire se hace irrespirable. Como una cometa, en el aire y ahora a donde voy, a donde mirar, si me he perdido.
Otra vez ese ruido en mi oído, son pájaros sin alzar el vuelo, pájaros negros, diminutos pájaros picoteando, en el nido.
Poemas de Jade Bueno Morales
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