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jueves, 28 de noviembre de 2024

No somos nada más que números

En un fondo de cuerdas blancas está mi horizonte. Mudo y en silencio se encuentra el trovador de esta historia. 
Bajo un firme pensamiento, vago e incierto, se encuentra mi alma en reposo. 
Me contagia tu sonrisa deslizándose por el hueco de la ventana, de internet. 
Dos bellos y hermosos ojos me miraron, como el que mira un desierto. 
Estoy tan cansada, los restos de lo que fuimos, quedaron esparcidos, por la mesa del comedor. 
Silencio, silencio, en el piso. Lágrimas que derramó, por este silencio, que encoge el alma.
¿Dónde estás? Padre 
Te fuiste hace tanto tiempo, y tú también me abandonaste. Todavía oigo la cucharilla del café dando vueltas entre tus dedos, ese aroma a café recién hecho. 
El cielo se volvió rojo como la sangre, y de mis ojos brotaron lágrimas más claras que un océano. El merengue no cuajo por más que lo intentamos, no cuajo. 
Hoy lloré sola en el piso y vino un pajarito a posarse en el alféizar de la ventana, me miró, le miré y por unos segundos creí que eras tú reencarnado, en él. 
Un mudo sujeto en la sombra me despertó de mi inquietud, encendí la luz y era la chaqueta, colgada en la silla, las mismas que un día con ilusión fuimos a comprar. Aún hay arena en la sombrilla, aquel océano de espuma blanca y un atardecer hermoso, ya no están en mi retina. Estoy viendo que el día engulle a la noche y la noche al día y no puedo conciliar el sueño. Hay largas colas detrás del dinero, maldito dinero, que sin respeto están a los vivos de las últimas voluntades. Malditos sean. El olor al estiércol se puede notar, en el ambiente. Ver a mí, madre, llorar sin consuelo, me destrozó y me obligó a ser fuerte por ella. 
Ratas, ratas persiguiendo el oro, la moneda del intercambio, en un país de locos. 
Amaneció con nubes grises, nubes de lluvia y de tormenta. Unas hojas caen al frío del suelo. Esas mosquitas desagradables de la fruta que proliferan, no doy abasto de matarlas. 
Por fin llegó el frío. El río estaba en calma. No somos nada más que números.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Me pesan tanto los años

Me pesan tanto los años 
Poemas de Jade Bueno Morales 
Me diluyo como gota de agua 
como metáfora hiriente. Tras cruzar el umbral de la muerte volviendo a la vida, me di cuenta de la paz en el otro extremo. 
Tras el sueño de verano viene la calma, las hojas secas caen de los árboles crujiendo al pisarlas. 
Las calabazas se apilan y las castañas y boniatos se acomodan, en las brasas. Las telarañas hacen su aparición en los escaparates y las redes sociales se llenan de maquillajes para Halloween. 
A donde vas hay luz y paz blanca. ¡Qué bonita inquietud, se asoma en la calle! 
Como un pájaro cantor canta el otoño. ¡Arriba! ¡Arriba! El invierno. 
Talán los árboles de la avenida y los supermercados se llenarán de turrones, se va octubre, viene noviembre, llegan las luces de neón, anuncios de perfumes y juguetes.
Todo listo para el consumismo.
 Una mariposa se posa en la acera, un polluelo yace muerto, en ella. 
Esto es Halloween. El viento arrastra las hojas de papel. Ocres y amarillos en el paisaje del bosque. 
Temido frío que se acerca, calando en los huesos. Huesos y calaveras bailando en el thriller de  Michael Jackson
 Un cielo de esponjas grises cubriendo el horizonte. Tengo la certeza de esperarte. 
¡Oh invierno traidor! 
Cómo te llevas mis años. 
Las gaviotas granan y la lluvia cae a borbotones, las hojas se apilan en las alcantarillas y se hacen charcos, donde los niños juegan con sus botas de barro. 
¿Dónde te has ido, primavera? 
¿Dónde te llevaste mi juventud?
 Me pesan tanto los años 
Poemas de Jade Bueno Morales